¿Cuántas veces depositamos en nuestros alumnos la responsabilidad de su fracaso en los exámenes? Reflexionar acerca de nuestras prácticas docentes no suele ser un hábito incorporado desde la formación como profesionales de la educación. Sin embargo, adquirir la capacidad de autocuestionarse y repensar los caminos transitados, con la suficiente lucidez como para despojarse de cuestiones netamente personales y emotivas, puede ser una aventura sumamente enriquecedora y una invitación a descubrir nuevos mundos posibles.
Visitando el blog de Dreig (muy recomendable por su exquisito contenido y el dinamismo de su producción), navegando entre enlaces, llegué a un video que me permitió reflexionar acerca temas que se mencionan hasta el hartazgo, pero a los que –desde nuestra práctica como docentes– ofrecemos pocas alternativas concretas de solución.
Mucho se habla de nuevas competencias y distintas formas de percepción de los jóvenes, de la necesidad de plantear contenidos acordes al contexto de gran estimulación en el que vivimos, y de la integración de las TIC en la educación, pero poco se muestra sobre experiencias con resultados contundentes y transformadores, apoyadas con investigación científica.
Fuente: Webcreatividad